«Su niña hasta le dijo mami y todo».

Hace un tiempo tuve una conversación que se pudo haber considerado trivial pero que luego se convirtió en algo que resonaba la tarde entera en mi cabeza.

En vista de que cuando alguien tomó a mi niño más pequeño para cargarlo y él quiso volver a mis brazos, vino el siguiente comentario:

– Ah pero imagínate ese niño con tantos días en la casa con su mamá….. así es con xxxx (con su niña de la misma edad que el mío) cuando pasa par de días con la mamá los fines de semana hasta la toma en cuenta y la deja de llamar por su nombre y le dice “mami”. Ahorita se atreve ella a ponerse como tú dejando el trabajo y buscarse alguito para ganar cheles y poder estar con la niña.  Es que es muy bueno así”.

Ese comentario ha tenido dos efectos en mí: el primero es que me hizo ver que existe en algunas personas la percepción de que yo soy una conformista, sin empuje, sin aspiración y que decidí “acomodarme” y peor aún, que no trabajo!.  El otro es que me llena de mucha pena confirmar que cuando uno decide ( y sobre todo recibe el apoyo de su pareja para decidir) dedicarle más tiempo a los hijos que al trabajo, por lo menos mientras ellos están pequeños, causa ese efecto en la gente de creer y hacerte sentir que tú eres todo lo anterior.

Me da pena que ahora hay un BOOM con el Attachment Parenting o Crianza con Apego (que tiene 30 años dando vueltas) con la lactancia (eso es otro post con las seudocontroversias que arman) cuando en realidad siglos y siglos de humanidad hasta hace sólo unas cuantas décadas fueron levantadas y, en la mayor parte del mundo lo siguen siendo, basadas en una maternidad libre y sana.

La crianza cercana no era un tema porque era la única forma de criar, la lactancia, el único medio de subsistir, la mujer, madre con sus hijos pequeños criándolos pues no había otra forma de concebirlo. Entonces ahora llega una sociedad basada en decisiones de gobiernos que quieren que nos matemos produciendo y consumiendo masivamente y que nos obligan a pensar y sentir que nuestra naturaleza y nuestro rol en la perpetuidad de la especie y en la formación de la familia, núcleo de la sociedad, es COMPLEMENTARIO.

Que lo principal es producir para vivir, para consumir, para presumir. Que lo primero son mis ambiciones y luchas de poder, que lo primero es cómo la gente me vea y qué tan alto pueda escalar en mi línea profesional.

Me llena de tristeza pensar que nos han alejado de nuestra esencia y nos roban nuestra maternidad y ya ha sido por tantos años y tan sistemáticamente que en realidad nos hemos llegado a pensar que ser madre NO es suficiente y que con sólo 2 ó 3 horas que mal le dedique al día a mis hijos, agotada del trabajo y con miles de ocupaciones paralelas, sí lo es.

Ser madre ES suficiente, de hecho es demasiado. Luchar cada día contra el cansancio del cuerpo para mantener el funcionamiento de la familia en su punto, luchar para sanar el corazón roto por ver a tu hijo transformarse a través de su propio dolor en un ser humano más capaz y autosuficiente, luchar para que el estrés mental de disciplinarlos, de estructurarlos y corregirlos día a día con amor y paciencia no te destroce los nervios.

Es demasiado luchar para mantener una casa en orden, unos hijos al día con todos sus compromisos individuales, un menú variado y nutritivo, un esposo lo suficientemente libre para salir a producir el sustento y lo suficientemente involucrado para que no pierda su rol ni su vínculo en la familia.

Es demasiado crear el ambiente para que todo el mundo esté entretenido y feliz, pero además sacar tiempo para ser productiva mental y económicamente, hacer algo que sea tu realización como persona, para mantener el equilibrio de ser mujer, esposa y madre, para estar bonita y sentirte bien contigo misma, para tener una vida social de adultos semi saludable, para cuidar de tu salud y la de los tuyos, para ver un programa, leer un libro, ir al cine y mantener la conexión con tu pareja.

A mí me suena a demasiado. Por eso, cuando los primeros 3 años y 5 meses de maternidad, donde tuve dos hijos y trabajaba como una esclava, “demasiado” significó el deterioro de mi salud, una brecha fuerte de superar con mi esposo (que siempre esperó siendo el último), demasiadas horas al día lejos de mis niños en su etapa tan maravillosa de bebés, una sobre compensación de ese tiempo que me mataba emocional y físicamente, la interrupción de la lactancia a destiempo para lo que deseaba, etc, etc, etc.

Al final descubrí que en la vida se trabaja con prioridades y que las mías estaban claras en mi mente y desorganizadas en la práctica.

Tuve la luz para poder ver la oportunidad de decidir. No sé cuánto tiempo esta decisión sea sostenible económicamente pues los ingresos han disminuido sin duda, pero sí sé que le estoy tratando de sacar el mayor provecho para mí, mis hijos y mi esposo y por lo menos, por esta etapa en nuestra familia, creo que no es una decisión que se lamentará pues nunca he oído a nadie decir:

“Mi mamá siempre estuvo ahí, me llevó a todas mis actividades, me enseñó a cocinar lo que me gusta, me preparaba tarde de juegos con mis amigos, me leía cuentos, me contaba historias y dibujaba conmigo, cuando yo hubiera preferido que siempre estuviera trabajando 15 horas al día y verla sólo en las noches y que me acabara criando la niñera.”

¿Culpable?, ¿Juzgada?, ¿Criticada? Sí, así me siento a veces, especialmente con comentarios como el que me hicieron, con muchos otros que me hacen a cada rato, con los que vendrán, pero qué puedo hacer si todos somos víctimas del sistema.

Por nuestras decisiones y nuestros sacrificios. Ojalá, sea cual fuere, al final sean para bien nuestro y de la familia que hemos formado.

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