Cómo tener más paciencia con los hijos es una de los grandes enigmas que queremos resolver en la crianza.
Lo primero es que nos declaramos: «es que yo no tengo paciencia» o decimos «es que yo pierdo la paciencia».
Aunque, por otro lado, dice la leyenda, de que existen padres y madres muy pacientes y que pueden mantener la calma en todo momento. Esos ya llevan una lucha menos y los felicito.
Pero la realidad es que, en medio de una vida llena de prisa y estrés, nuestra pérdida de paciencia con los niños, esos momentos cuando la gota derrama la copa y botamos el tapón, son cada vez más frecuentes y menos relacionados al niño en sí.
Creo que todos podemos reconocer que uno que otro encuentro cercano del tercer tipo con nuestros hijos pudiera ser un desahogo a tanta presión del día y que, en un momento y sin querer en verdad, la pagamos con ellos.
Gritarles, amanezarlos, quitarles cosas que les gustan, darles una pela, ponerlos de castigo y todo el abanico de métodos que son comúnmente usados para «disciplinar» a veces son actitudes que nacen de nosotros porque estamos tan agotados y estresados que la mínima cosa nos detona.
Entonces, si lo pensamos friamente, el gran descubrimiento es que perdemos la paciencia y nos ponemos violentos porque algo nos detona.
¿Y si yo te digo que, aunque no puedas predecir qué exactamente te pudiera detonar, sí puedes anticipar momentos en los que es más probable que explotes?
El secreto está en anticipar los momentos del día a día con los hijos que son más estresantes para tí y prepararte mentalmente para ellos.
Con las miles de madres que formar parte de esta comunidad hemos descubierto momentos claves que generalmente les tocan las teclas y es cuando tienen las mayores situaciones de perder la paciencia.
La hora de despertar.
La hora del baño.
La hora de comer.
La hora de dormir.
La hora de hacer tareas.
Estos momentos son estresantes para las madres porque son estresantes para los hijos.
Sólo que ellos esperan que nosotros seamos los que les enseñemos a manejar ese estrés, a calmarse y a reducir el nivel de ansiedad que eso les provoca y no que nos unamos al combo de la rabieta colectiva.
Si nosotros podemos crear la consciencia de cuáles momentos me detonan a mi, podemos tomar el control anticipado de nuestras emociones y manejar las cosas totalmente diferente: más calmadas, y tener más paciencia con los hijos.
Todo empieza con uno. Con descubrir en uno mismo cuáles son esas cosas que te tocan la tecla y partir de ahí.
Mi consejo para tener más paciencia con los hijos en tres pasos es el siguiente:
1.Identifica:
Tómate una semana y anota en tu celular o lo que tengas más fácil a mano cuales momentos del día tus hijos están más irritados y que siempre los lleva a pleito o a incomodidad.
2. Observa:
Fíjate en esos momentos qué elementos son claves en provocar el episodio de estrés para tu hijo: unas palabras, una forma de hablar, algo en el ambiente, la velocidad con que quieres que haga todo.
Luego define que puedes modificar TÚ para alivianar el estrés del momento y ve haciendo esos pequeños cambios.
3. Respira:
Aunque remuevas detonantes para tu hijo, la situación puede darse aún sea en menos escala: que se niegue a bañarse, a despertarse, a comer, a dormir, a hacer la tarea etc.
Respira y piensa:
«Yo soy la adulta. El no sabe cómo manejar el estrés que ésto le produce. Deja calmarme para ver con claridad cómo puedo ayudarlo. No es personal».
La parte de «no es personal» es vital porque muchas veces creemos que «nos lo hace de maldad» y, mientras más reactivas seamos, más probable es que llegue a ese punto en que sea a propósito sólo por mantener la lucha de poder.
Pero, quienes debemos pararla somos los padres desde nuestra posición de guía firme y amable que usa palabras coherentes y plantea una posición racional y justa para el bien de todos en la familia.
La meta no es sólo tener más paciencia con los hijos, sino crear un ambiente positivo que nos permita mejorar la relación y mantenerla sana.
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