“Vivir ligero de equipaje”
Esa ha sido una de las mayores lecciones de vida que he recibido y me la regaló mi vida como campista.
Vivir ligero de equipaje es no cargar con el peso de la vida moderna, es soltar lo que nos ata a la rutina, es romper el ciclo que nos intoxica en el ambiente, es adquirir la capacidad de disfrutar las cosas pequeñas, detenerse ante una flor, apreciar las estrellas, valorar la comunidad y que te crezca dentro el sentido de que perteneces a algo más grande que tú.
Suena maravilloso, ¿verdad? Pues si a nosotros nos ofrecen éso ahora mismo, seguro que no lo pensaríamos ni un segundo para decidirnos a experimentarlo todo.
Imagina ahora que se lo ofrecen a tus hijos.
Qué maravillosa es la idea de que pasen un tiempo tan productivo que logren reconectar con las cosas más importantes en la vida y las disfruten hasta el punto en que logran no extrañar ni la tablet, ni el Ipad, ni el Xbox.
Que recibirán tanto que van a poder ver de frente sus talentos y sus habilidades. Que van a poder retomar el gusto por cosas que antes disfrutaban o a descubrir nuevas facetas de ellos mismos.
Interactuar con la naturaleza, hacer amistades, crear vícnulos, salirte del ambiente rutinario, desarrollar habilidades, sentirte capaz de hacer cosas diferentes y aprender todo bajo una nueva luz son de las mejores experiencias de mi vida.
Yo fui a campamentos desde los 5 años, prácticamente todos los años hasta ya los 20.
Fui a una gran variedad. Desde los que son diarios, hasta los que eran de un fin de semana e incluso de una semana completa durmiendo a la orilla del río en casas de campaña.
Campamento para mí era sinónimo de un premio. De algo que me gané.
Recuerdo estar acostada en el piso de tierra mirando hacia el cielo y, en medio de un silencio absoluto que todos respetábamos, escuchar la solemnidad de la madre naturaleza. Es ese amor que desarrollé por ella que hace que hoy ni yo ni mis hijos hagamos cosas como tirar basura a la calle, ni mucho menos desperdiciemos el agua.
Atesoro decenas de cartas hermosas que nos escríbiamos en campamento, como cuando escribes con el corazón abierto, sin temor a nada, porque estás en una edad tan especial que sientes y expresas todo puro y auténtico.
Conservo amistades que nacieron o se fortalecieron en noches de verano bajo las estrellas.
Y sobre todo gradezco profundamente a mis padres porque vieron el valor que tenía escoger campamentos que enriquecieran nuestras vidas y los asumieron como el regalo de verano. Un regalo que quizás ellos no alcanzan a tener la idea de que vale más que el oro.
Cuando pienso ahora en mis hijos, que desde chiquitos siempre busco que tengan experiencias positivas, me encantaría regalarles a ellos también la oportunidad de vivir lo que yo viví, de madurar en un entorno tan positivo, de regalarle ese espacio personal que también ellos requieren tener para iniciar el camino a encontrarse con ellos mismos.
Buscando resumir en 5 puntos, creo que éstos son los más importantes de los beneficios que tus hijos obtendrían una vez elijan un campamento que reúna las condiciones y tenga ese programa especial que resultará ser ideal para ellos y para toda la familia
Aumenta la autoestima
Un niño que llega a campamento calladito, medio arrinconado, que hasta llora su poquito, estadísticamente es ese niño que hay que arrastrarlo el último día porque no se quiere ir.
Yo no sólo fui campista sino que trabajé luego en la coordinación y les puedo asegurar que el que no quiere ir, que llora por no quedarse, que no conoce a nadie y entra lleno de miedo es el mismo niño que el último día ha escrito y recibido cartas de nuevos amigos, el que llora abrazando a todos para despedirse, al que le ponen un apodo porque se hizo famoso por eso y lo van a recordar siempre.
No hay cosa que aumente más la autoestima de un niño que sentirse parte de algo, de un grupo, sentirse con un papel dentro de la comunidad y ser apreciado por algo propio. Eso es un sello primordial de la experiencia de campamentos.
Enseña a manejar el miedo
El primer miedo es llegar ahí. A este mundo desconocido con gente que nunca has visto y a hacer cosas diferentes. Ese miedo a romper el hielo socialmente, a competir en un deporte o un juego, a aprender a hacer algo frente a todo el mundo, a equivocarte en público es genuino y es enorme.
Pero te ves expuesto a él en medio de un entorno seguro, donde todos están fuera de sus zonas de comfort, donde se valora el esfuerzo y se pondera el aprendizaje. ¿Qué mejor escenario para practicar a manejar los temores?
Enseña valores para la vida
Podría mencionar una lista de valores en orden alfabético sin asegurarle que sus hijos los vivan o los entiendan todos en el momento. Lo que sí puedo asegurarles es que la dinámica de un campamento fomenta que se enseñe y se aprenda 3 cosas básicas:
Respeto (hacer fila, esperar su turno, escuchar cuando otro habla).
Solidaridad (ayudar a quien se quedó atrás, compartir de lo que se tiene, acompañar a alguien cuando lo necesita).
Responsabilidad (cumplir lo que te toca, responder por tus acciones, aceptar las consecuencias).
Se fomenta el crecimiento personal
A través de que el niño explora nuevos horizontes y se va atreviendo a hacer cosas por primera vez, va madurando, va creciendo, pues va descubriendo en sí mismo habilidades, talentos y cualidades que lo hacen único y especial dentro del grupo.
También tiene que lidear con la frustración, con la impaciencia, con que las cosas no se hagan como él diga ni cuando lo desee, incluso se debe adapatar a la comida y hasta a la almohada. Y ni qué decir que lo hará sin estar conectado a un aparato o a un juego.
He aquí donde viene una de mis grandes lecciones: no necesito mucho para vivir, vivir ligero de equipaje, sin tantas complicaciones, sin tantas quejas, valorando lo que se tiene y procurando superarse a sí mismo cada día.
Aumenta el espíritu de aventura
Tener el valor de lanzarse y experimentar en cualquier ámbito de la vida implica tener bien desarrollado el sentido de entender que todo el tiempo que tenemos en este planeta es una aventura, un descubrir constante, un aprendizaje que no tiene fin.
Un campamento te obliga a salir de tu zona de comfort a cada momento y te muestra que a veces las cosas salen bien y otras no y que de todas formas hay una lección y todo esta bien así.
Este desarrollo del espíritu aventurero le da perspectiva a la vida y la enriquece.
Este año en particular, con mis hijos ya más grandecitos, he estado buscando un campamento que ofrezca esos beneficios que mencioné antes y que por experiencia recibí por muchos años.
Investigando encontré uno que me encantó y que puedes usar como referencia a la hora de buscar esa experiencia de vida maravillosa que deseas regalarle a tus hijos en sus vacaciones.
Se llama Campamento Guaikinima y tiene la modalidad del Day Camp la de Sleepover, osea, con y sin dormida.
Lo conocí y me encantó. Me remontó a lo que es crecer, experimentar, desarrollarte y cogerle el gusto a la vida.