Uno de los mayores retos para los padres de niños pequeños es la etapa cuando pasan de los 2 años y empezamos a recorrer el arduo camino de: Es hora de dormir.
No importa si es el bebé que mejor dormía, una vez ellos empiezan a estar más concientes de su entorno resulta que todo es un estímulo y no se lo quieren perder.
Cada dinámica familiar es diferente igual cada criterio, por eso lo único realmente válido es que los niños, dependiendo de su edad, necesitan X cantidad de horas de sueño para estar saludables.
De ahí en adelante todo es relativo y cada familia usa sus propias fórmulas y, en base a prueba y error, acogen lo que más le funcione en cada etapa para lograr que sus hijos se vayan a la cama cada noche.
Algunas de las ideas que han funcionado y que me parecen bien buenas para compartirlas son:
1. Tomar fotos de cada etapa de la rutina:
Cuando los niños son pequeños no hay nada mejor que la esquematización para facilitar cualquier proceso. Que ellos estén claros de que tal cosa va después de la otra los dispone a hacerlo y disminuye su estrés y resistencia.
Toma fotos simples: el baño, la pijama, el cepillo de dientes, un libro y la cama. Pégalas en su habitación en el orden en que lo hagas y ve con él llevando ese paso a paso.
Dale la oportunidad a que te indique lo que sigue y se involucre en el proceso, así verás que en unos días ya estará sintiendo toda la secuencia más natural y su cerebro se va adaptando en la medida en que lo mantengas igual.
2. Acuéstate en su cama:
No es que te acuestes con él, sino que te acuestes en su cama para que veas lo que él ve y su perspectiva de la habitación desde ahí. A veces (como le pasaba a uno de mis niños) él no se dormía porque veía sombras en el techo y le daba miedo.
Esas sombras sólo se veían desde una posición. Lo que hicimos fue cambiar la cama de lugar y resuelto el problema. Ya no ve esos patrones ni tiene las puertas del clóset de frente (que también lo intimidaban) y se duerme super tranquilo.
3. Hagan un plan en la familia:
Cuando están pequeños el ruido y el movimiento es lo que más los invita. Si vas a empezar el proceso de dormir, todos deben comprometerse a respetar esa fase de la noche y mantener el ruido al mínimo, las luces controladas y las distracciones a raya.
Imagínate tu que de buenas a primeras te pongan la pijama y afuera todo el mundo está riéndose, hablando, viendo Tv altísima o jugando. ¿Quién querría perderse todo eso?
4. Escoge cuentos adecuados para dormir:
Uno no es conciente de la variedad y cantidad de cuentos infantiles hasta que les toca leerlos noche tras noche. Si ya iniciaste esta etapa, seguro te diste cuenta de que hay de todo. Historias con tanto movimiento que lo pueden activar e incluso otras que hasta miedo dan.
Asegúrate de elegir, y previamente leer, algunos cuentos para dormir que sean calmados, suaves, que no estimulen demasiado la imaginación y demás.
Ya me ha pasado que cuando veo por donde va la historia he tenido que inventármele el final en el camino básicamente para que no se asusten o se preocupen. ¡Aléjense de los libros clásicos! Hanzel y Gretel NO es una historia para antes de dormir, créanme.
5. Acompáñalos pero no los engañes:
Algo que me funciona es que cuando los arropo y apago luces me quedo unos minutos con ellos y se los hago saber:
“Mamá los acompañará 10 minutos (ó 5) y luego me voy a mi cama a dormir.”
¿Por qué ésto es importante? porque si un niño se duerme creyendo que tú vas a amanecer con él y cuando se levanta tú no estás, eso le va a crear desconfianza y ansiedad y va a ser mucho más difícil que se quiera dormir porque sabe que si cierra los ojos se va a quedar solo.
El hecho de que sepa que sólo lo acompañas un momento le da un conocimiento del orden de las cosas (cada quien tiene su cama) y lo empodera de que él es capaz de dormir solo y despertar bien.
Eso lo asimila cada vez más hasta que un buen día ya te despacha diciéndote:”cierra la puerta cuando salgas”.