Una Madre Conectada nos escribió porque está preocupada por una situación que es muy probable que les haya pasado a todas con sus hijos: el asunto de las mordidas.
Ya sea porque tu hijo muerde hasta la brisa o porque llega con el sello de la casa cuna o la escuela, éste siempre es un tema.
La primera vez que mi niño mayor llegó con un “reloj” marcado en su bracito casi colapso. Me indigné y no podía creer tal grado de negligencia donde un adulto que se supone que debe supervisar constantemente no lo pudo prevenir.
Al día siguiente convoqué, profesora, directora, sicóloga y a medio mundo para tratar este tema de puro maltrato infantil (como yo lo veía catastróficamente en mi mente).
Resulta que el argumento que yo esperaba de la situación para defender su caso, cual corte marcial, resultó ser simple y llanamente la siguiente historia:
“El y un amiguito de su misma edad (1 año y medio) estaban jugando y ambos quisieron el mismo carrito al mismo tiempo, tu niño lo tomó y el otro lo mordió. Tan pronto vimos la acción los separamos, pero fue todo muy rápido y no dio tiempo a alcanzarlo antes de que lo hiciera.”
Yo ni pestañé y solo me puse a autobajarme la marea por dentro hasta que pude decir: “Bueno, son cosas de muchachos”.
Días después me llamaron para notificar que mi hijo había empezado a moder a otros amiguitos y que si lo hacía en casa debía tener en cuenta corregirlo, pues ya había descubierto que morder era una opción.
Con la llegada de mi segundo hijo a esa precisa edad de un año y alguito más, simplemente descubrí que los niños muerden, todos lo hacen en algún punto de sus vidas. Es algo así como una etapa por la que pasan.
Conclusiones:
1. Cuando aún los niños no saben articular sus sentimientos, pero empiezan a diferenciarlos, a veces usan el impulso de morder como una forma de expresar su impotencia, enojo o frustración pero también simplemente muerden cuando los muerden como reacción.
2. Tu hijo puede ser tanto el que muerde como el mordido. Eso es parte de la dinámica que tiene con su grupo y de la forma en que el adulto que supervisa maneje las relaciones entre ellos. Ésto es muy común en guarderías o entre hermanitos o primitos.
3. Un niño que ya puede expresarse con palabras se supone que debería haber dejado atrás la fase de morder. Si tienes un niño de 3 o 4 años mordiendo a la gente, busca apoyo u orientación para que puedas manejar la situación de manera adecuada.
4. No importa el grado de supervisión que tenga el adulto. En cualquier voltear la cara se puede dar el caso accidental de que un niño muerda a otro. Si te pasa lo que a mi, no colapses. Si es en la escuela o en la casa, investiga las circunstancias y toma las medidas de lugar: preventivas y correctivas con amor.
5. Si tu hijo le pega los dientes a todo lo que le pasa por alante sólo tienes que corregirlo. Más nada. No castigarlo, no empujarlo, no violentarlo ni mucho menos pegarle. Lo que más resultado te daría en un caso regular de mordidas por la edad, es enseñarle estas tres ideas básicas:
Una mordida es algo que le duele a la otra persona (muéstrale la marca), los dientes se usan para masticar la comida y reafírmale que él es un niño que respeta el cuerpo de los demás y no los muerde.
No importa que sea pequeñito, te entiende. Poco a poco lo hace. Háblale de acuerdo a su edad, clara y puntualmente y repítelo hasta que lo aprenda. Así de simple.
Me funcionó a mi. Espero que te funcione a tí también.