He reflexionado mucho sobre este tema pues a lo largo de la vida he descubierto entre mis amigas que tenemos referentes maternos muy diferentes y pienso en cómo eso nos define o nos definiría a nosotras mismas como madres.
He leído un libro que trata este tema y en realidad, aunque no suelo transcribir, lo que les voy a compartir no tiene desperdicio y tal cual lo expresa la autora para mí está perfecto, tal cual.
Tomado del libro «Ejercer de Madre» por Valerie Davis Raskin
«Adquirir una nueva identidad como madre proporciona, sin duda alguna, innumerables momentos de satisfacción. Pero para la mayoría de las mujeres, el embarazo y la nueva maternidad van acompañados de algunas pérdidas. Se asumen otros roles; se cuenta con menos tiempo y dinero para una misma y se pierde independencia.
Creemos que con la maternidad nos sentiremos más cerca de nuestras madres, lo cual es cierto para algunas, pero para otras no, ya que la maternidad potencia ese distanciamiento: crece la rabia por el mal comportamiento del pasado de la madre o se generan conflictos cuando la madres critica o se entromete en algo.
Parte de la transformación en la identidad d una madre se basa en el sentido de competencia que ésta tiene sobre sí misma. Una madre primeriza se esfuerza por aceptar todo lo que es nuevo, difícil y en ocasiones abrumador.
Para las madres que poseen un historial de habilidades, talentos y logros anteriores en cualquier campo de la vida (es decir, la mayoría de las madres adultas), la verdadera naturaleza de la nueva maternidad representa un reto para su yo competente.
Las madres que no tienen un referente en sus madres se encuentran ante un verdadero desafío a la hora de sentirse bien consigo mismas como madres, pues no han experimentado en la infancia los cuidados necesarios de una madre.
Asumir una nueva identidad a menudo implica un proceso comparativo. ¿Cómo soy comparada con otras mujeres?, ¿Cómo actúan las demás?.
Las tareas nuevas, de cualquier tipo son estresantes, ya que intentamos incorporar el nuevo el que aún no dominamos como parte de nuestro yo.
Es normal que las madres se comparen entre ellas pero para vivir la experiencia de la maternidad y sentir que somos capaces, debemos desterrar la fantasía de la madre perfecta.
Para algunas mujeres ésto resulta fácil, pero para otras, el temor a hundirse en las arenas movedizas del pasado o la imposibilidad de rechazar los altos estándares se convierten en una fuente de angustia.
La mayoría de las madres encuentran la paz interior cuando dan la bienvenida a su individualidad, cuando aprenden que existen muchas maneras perfectamente razonables de criar a los hijos y buscan apoyo para reforzar sus propias creencias, opciones y experiencias.”