Adoctrinando trabajólicos para una generación de hormigas

Adoctrinando trabajólicos para una generación de hormigas

Estás agotada, te duele la espalda y ya ni ves bien. Tienes 2 horas corridas sentada en una mesa, con una montaña de libros delante y sacando puntas cada 15 minutos.

Te preocupa que mañana no se podrá entregar todo lo asignado porque ya es hora de cenar y el sueño te vence.

Esa eres tú.

Imagina entonces cómo se sentirá tu hijo que ha estado haciendo el trabajo real mientras tú sólo lo guías, le corriges y lo acompañas.

Ves que le duele la espalda y se queja, que se estruja los ojos y mira para todos lados, que se recuesta en su propio brazo y te pide que le hales los dedos porque le duelen de tanto copiar.

Un niño, agotado de pasar casi 7 horas en clases, de llegar a su casa luego de 40 minutos de tránsito, con hambre, desesperado por tomar un descanso y sabiendo que en poco rato va escuchar el llamado porque si no se sienta en ese instante no dará el tiempo a terminar.

Tus piernas están tranquilas, en reposo. Las de él se mueven debajo de la mesa porque lo que quieren es salir corriendo a jugar.

Tu mente está enfocada en que terminen para que pueda tener tiempo de descansar aunque sea unos minutos. La de él está dividida. Quiere terminar, porque sabe que es su responsabilidad, pero también quiere ver unos muñequitos, jugar con sus juguetes, leer un cuento de los que tanto le gusta o ir con otros niños a corretear por ahí.

Esta pesadilla la vivimos millones de padres y millones de niños en todo el mundo y es como si nunca viéramos la hora en la que despertar.

Una carga académica excesiva que incluye 7 horas de clases + 3 horas “para llevar”.

Y con ese sistema, como padres, como educadores y como países, estamos moldeando la próxima generación de trabajólicos con mentalidad de hormiga

Un sistema educativo que está produciendo niños que nunca paran, niños que acumulan tal carga de trabajo adicional que a veces ni los deja dormir de la preocupación.

Un sistema educativo que no le da al niño la oportunidad de relajarse, de bajar el ritmo, de regular su estado de ánimo y descubrir cómo sentirse a gusto, tanto si está ocupado al tope como si está libre.

Un sistema educativo que condiciona al niño a sentir que debe estar ocupado todo el tiempo y haciendo una cosa tras otra, para entonces tener como resultado a un adulto que debe llevar en un ritmo acelerado y bajo presión para poder funcionar.

Un sistema educativo que le arranca al niño, en promedio bien conservador, 10 horas diarias de su niñez.

Esas son 50 horas a la semana (sin contar los fines de semana). Seis horas más que lo que se considera como justo en el mundo laboral para un adulto. De hecho, exigir mas de 44 horas de trabajo semanal en muchos países es hasta ILEGAL.

Por 44 horas de trabajo máximo a la semana, se derramó sangre, se luchó y todavía se lucha en el mundo laboral, sin embargo, a nivel escolar lo hemos aceptado y seguimos aceptándolo y nadie está en las calles protestando por el abuso y la sobre demanda que se ejerce sobre nuestros hijos con la excesiva carga de trabajo que suma al de la escuela, el de la casa.

Aceptando sin decir nada que con la tarea se “cubra el programa del año”, estamos regalándole al sistema educativo nuestros cortísimos fines de semana en familia y luego nos quejamos de que los valores familiares se han perdido.

Aceptando sin decir nada que se cubra el programa del año escolar diseñado para tanda extendida en tanda regular, estamos adoctrinando a un niño a sumar puntos para lograr “pasar” y llegar al final sin importar el proceso, ni el aprendizaje, ni la experiencia y después nos quejamos cuando pierde el sentido ético de las cosas porque lo importante es el fin y no los medios.

Aceptando sin decir nada que se irrespete su derecho natural de tener tiempo libre y jugar estamos permitiendo que a nuestro hijo se le vaya la belleza de su infancia preocupado por entregar 3 ensayos, 2 tareas y un proyecto de ciencia y después nos quejamos de que no sabe apreciar ni valorar las cosas más importantes de la vida.

¿Cuándo dejó de ser suficiente las 6 ,7, 8 horas que se pasan ya de por sí en la escuela?

¿Qué fue lo que metimos en el famoso currículo educativo que hay que mandar a los niños a completarlo o “reforzarlo en sus casas”?

¿Cuándo fue que se volvió la norma cargar y cargar a los muchachos de trabajo para que “ocupen su mente”?

Quiero que 7 horas al día sean suficientes para que ellos aprendan lo que necesitan aprender en ese día.

Quiero que el sistema pare de meterse con sus merecidas horas de descanso, con sus requeridas horas juego y con la justa libertad de hacer absolutamente nada para poder calmar su mente y darle rienda suelta a su imaginación.

Quiero que nos dejen tener fines de semanas en familia, disfrutando del tiempo que no podemos dedicarnos en la semana y nos dejen pasear, visitar a los abuelos y pasarnos el día viendo películas en pijama si queremos.

Quiero que su experiencia escolar no los esté adoctrinando para ser individuos sobre estresados que no saben cómo parar porque crecieron sin un minuto libre.

Quiero que nuestros hijos no crezcan con mentalidad de hormiga.

Las hormigas siguen el rastro unas de otras. La que está detrás sigue al pie a la que está delante, sin embargo, no tiene idea a dónde va. Sólo sabe que pertenece al grupo porque va en fila, porque delante hay una como ella y detrás también.

No quiero que nuestros hijos sean hormigas, no quiero que sigan rastros, no quiero que se adapten sin cuestionar, sin indagar, sin ver opciones, sin evaluar.

Me da mucha tristeza que todos estamos caminando sobre la banda automática, como los niños que van directo a la moledora de carne en el video de la icónica canción Another Brick in The Wall de Pink Floyd.

El sistema educativo simplemente no le da tiempo a nuestros hijos para ser niños ni a nosotros no nos da tiempo para ser familia.
Y en mi opinión eso no justo, no es sano y está socavando nuestra sociedad desde los cimientos.

¿Que opinas tú?
*Quiero hacer constar que no hablo ni de colegios ni de profesores. Hablo del sistema educativo en decenas de países alrededor del mundo, que están apegados a metodologías arcaicas probadas estadística, sicológica y científicamente como ineficaces, especialmente el tema de las tareas, como sólo una arista de las muchas que tiene la carga académica excesiva.

 

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