«Harriet se resiste a motivarla, porque no quiere ver a su hija decepcionada».
Esta frase es de la maravillosa e inspiradora película de Disney, Queen of Katwe.
Después que vi el trailer duré unos días pensando en todos los aspectos de la historia que tenía de dónde escoger para escribir.
Si me iba a enfocar en la historia de superación personal a pesar de las probabilidades o me iba a enfocar en la historia del mentor que generosamente dedica su vida a sacar lo mejor de la gente o quizás de la madre que se sacrifica por su familia para que tengan comida y techo.
Pero mientras veía en mi cabeza cada historia repetía lo que decía de la madre de la niña:
«Harriet se resiste a motivarla, porque no quiere ver a su hija decepcionada»
Y pensé en mí, en mis hijos, en cómo me siento y me he sentido cuando mis niños han estado expuestos a salir de su zona de confort.
Cuando su profesor de karate me dijo que uno de ellos tenía mucho talento y aptitud para el karate lo primero que me llegó a la cabeza fue mi hijo tirado en la lona porque perdió las olimpíadas y yo consolándolo como podía, llorando también.
Cuando la profesora del otro me dijo que él tenía mucho talento para narrar historias, me lo imaginé con el borrón de su primer libro pasando por la editora número 500 y él desilusionado y con la estima en el piso.
No es que yo sólo piense en fatalidades, ni que sólo me enfoque en lo peor. Tampoco es que no creo en el talento de mis hijos ni en que pueden llegar a hacer cosas maravillosas.
He pensado mucho en esa escena en que Harriet (la espectacular Lupita Nyongo) abraza a su hija con un profundo miedo en la mirada. Ese mismo miedo que mi cerebro trata de infundirme cuando me mete esos pensamientos fatalistas y de fracaso.
Es el miedo que sientes al darte cuenta de que prefieres que te pase un camión por arriba 100 veces antes que tu hijo se caiga de la bicicleta, ese miedo que sientes cuando ves a tu niño enfermo en el hospital (aunque sea sólo por una gripe) y pides a Dios que lo que sea que lo esté haciendo sufrir te lo pase a tí ahí, en ese mismo momento.
El miedo que sientes cuando entiendes que no podrás evitarle a tu hijo el dolor de las experiencias, el dolor del rechazo, el dolor del fracaso, el dolor de vivir.
Es ese temor paralizante que muchas veces manifestamos lo que pone a nuestros hijos a cuestionarse si en verdad ellos serían capaces o inlcuso merecedores de eso que persiguen.
¿Estará bien que quiera lanzarme y apuntar alto?
¿Estoy siendo egoísta o ingrata por sentir que mi vida tiene un propósito mayor que el que vivo ahora?
¿Estoy negando mis orígenes o creyéndome que soy mejor que todos por mi decisión de ir más allá?
¿En realidad es para mí esta oportunidad, es ésta la respuesta que buscaba?
¿Tengo la fuerza y el espítiru para los contratiempos que pueden surgir?
¿Soy suficiente?
Todas son preguntas que nuestros hijos se harán a sí mismos cuando estén buscando en nosotras aprobación, motivación y un voto de confianza y lo que ven es puro miedo.
A veces uno dice: «yo conozco a mi hijo» , cuando quiere justificar la opinión de que él no sobrevivirá o que va a desistir o que es un reto que lo condena al fracaso.
Pero ¿Cuántas veces nos hemos quedado con la boca abierta porque nos ha sorprendido totalmente y superado todas las expectativas?
El miedo que sientes es válido, es real, pero es tuyo. No es de ellos, no les corresponde.
A ellos les corresponde ver la vida con optimismo, levantarse con ilusión, soñar incansablemente con todo lo que deseen, inspirarse, creer en lo imposible.
Al darles libertad para hacerlo, estamos dándolos libertad a nosotras mismas también.
Queen of Katwe es una historia para verla con tus hijos, para ponerla como tema de conversación, para tomar nota y aprender lecciones.
Es una historia que te va a permitir sentir el miedo, tomarlo desde dentro de tí y transformarlo hasta llegar al punto de poder decirle:
«Confío en tí y creo que eres capaz de lograr lo que te propongas. Cuenta conmigo.»
#QueenOfKatwe
Estrena Septiembre 23.
Queen of Katwe en la historia de una jovencita que vendía maiz en un campo de Uganda y cuyo mundo cambió cuando descubrió el mundo del ajedrez. Como resultado del apoyo de su familia y su comunidad se llenó de la confianza y determinación que necesitaba para seguir su sueño de convertirse en una campeona mundial de ajedrez y cambiar la vida de toda su familia.
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